Joven A Ti Te Digo, Levántate
Por: Williams Alcalá
El Señor usó esta expresión cuando resucitó al hijo de la viuda de Naín, según leemos en Lucas 7: 11-17. Las palabras pronunciadas por el Señor (v.14) fueron la única forma de levantar aquel joven.
Podemos pensar en la madre del muchacho, aquella pobre viuda, llorando desconsoladamente sobre el cadáver de su único hijo, deseando que todo fuese mentira y que él estuviese vivo, ¡Cuánto dolor sentiría! Y sin embargo, tenía que resignarse a la pérdida. Los demás habitantes de Naín, especialmente los otros jóvenes, estarían muy desconcertados por la muerte de su amigo, pero sabiéndose impotentes ante este hecho. Por delante sólo estaba el cementerio y no había más remedio que sepultarlo.
Pero por allí venía el Señor. El único que podía decir “yo soy la resurrección y la vida”, vio aquella triste escena y se llenó de compasión: tal vez sus pensamientos hayan sido: “¡una vida joven cortada! ¡Qué útil podría ser el resto de su vida! ¡Cuánta ayuda para su mamá y para el pueblo se ha perdido!”. El Salvador actuó inmediatamente, luego de consolar a la madre, dirigió estas poderosas palabras al muchacho: “¡Joven a ti te digo, levántate!” El sagrado relato nos dice sencillamente que “SE INCORPORÓ” y ¿Qué más podía hacer? ¡Era la voz de Dios quien ordenaba! Que alegría tan grande debió haber seguido, la mamá estaría feliz, al igual que todos estos jóvenes el Señor dice “Levántate”, y cada uno de nosotros haría bien en examinarse, considerando si estamos en algunos de estos grupos:
JÓVENES INCONVERSOS:
Es sorprendente el número de jóvenes en las asambleas que, al parecer, creen que son salvos por ser de “familias cristianas” o estar en la Escuela Bíblica. Algunos dijeron haber creído en el Señor en su niñez o temprana juventud, pero hoy sus obras y sus vidas demuestran que no han nacido de nuevo (Jn. 3:7) y que las cosas viejas no han pasado (2ª Cor. 5:17). Si ese es el caso, es bueno ser sincero con el Señor y consigo mismo, reconocer que aún se está muerto en delitos y pecados (Ef. 2:1) y obedecer la voz del Señor “Levántate de los muertos y te alumbrará Cristo” (Ef. 5:14).
JÓVENES CREYENTES SIN ACTIVIDAD EN LA ASAMBLEA:
A éstos se aplica la primera parte del versículo anterior “Despiértate tú que duermes” (EF. 5:14). Los jóvenes tenemos muchas energías para hacer muchas cosas, y en la asamblea hay mucho por hacer, por lo cual no se justifica que haya jóvenes sin ningún ejercicio. ¿Quieres ser tomado en cuenta para alguna actividad? ¡Seguro que sí! Pues es bueno que entiendas que es muy importante tu testimonio, ya que el servicio en la casa de Dios, por pequeño que parezca, es santo, y debemos hacerlo con temor. Los jóvenes con conducta liviana y con porte mundanal, no pueden (ni deben) ser considerados por los ancianos para alguna actividad. Si crees que somos exagerados, pregúntate si Dios tiene derecho a exigir santidad en su casa. Si procuras guardar buen testimonio, ora sinceramente al Señor, como lo hizo el nuevo creyente Saulo “Señor, ¿Qué quieres que yo haga? (Hch. 9:6), y no dudes en que el Señor te mostrará algo que él quiere que tú hagas; “y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantamos del sueño” (Rom. 13:11).
LOS JÓVENES QUE CREEN QUE SABEN O HACEN MUCHO:
El gran peligro de la autosuficiencia. “No tenga más alto concepto de sí que el que debe tener” (Rom. 12:3). “No seas sabio en tu propia opinión” (Prov. 3:7), “Si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo” (1ª Cor. 8:2); estos y otros versículos deberían servir para que reaccionemos ante esto. Si el Señor nos ha ayudado a predicar o enseñar, o ser usados con provecho en otra actividad ¡Qué feo es que nos envanezcamos por esto! Cuando esto sucede, una de las primeras cosa que pasan es que descuidamos la oración y el estudio de la Biblia antes de tomar parte en alguna actividad, porque inconscientemente pensamos que ya somos tan “sabios” que no nos falta. Que diferencia con los hombres que Dios utiliza para hacer su obra, quienes a pesar de tener años de experiencia en la obra, tiemblan ante la presencia del Señor al tener que tomar parte en algún servicio. Si nuestra mente se está envaneciendo, oigamos la exhortación de la Biblia “Levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas” (Hch. 12:12). El envanecimiento nos deja paralítico en la obra, y el Señor a los paralíticos que encontraba les ordenaba que se levantaran.
JÓVENES QUE SE SIENTEN DERROTADOS POR ALGÚN PROBLEMA:
Definitivamente, el enemigo de nuestras almas se siente furioso al ver jóvenes creyentes activos en la obra del Señor, ¡Satanás quiere vernos durmiendo y no levantados! Este enemigo mortal nos ataca despiadadamente, y es triste notar que algunas trompetas que ayer sonaban con claridad, hoy están enmohecidas. Aquí no nos referimos a los que han caído en pecado, sino más bien a los que por determinada causa (problemas en la asamblea, perder varias materias o el año académico, perder un empleo, problemas emocionales por relación de pareja o por conflictos familiares, etc.) se sienten tan desanimados que no tienen ningún deseo de seguir en la asamblea, sólo como espectadores, pero ignoran que Satanás ha ganado una batalla y no descansará hasta ver a ese joven completamente derrotado. Eso le pasó a Elías. Después de haber visto el poder de Dios en la contienda con los profetas de Baal, oyó que Jezabel juró destruirlo por completo. El profeta huyó por el desierto, se sentó bajo un árbol, y le dijo a Dios (¡Qué atrevimiento!) que lo matara porque no se sentía digno de seguir; con estos pensamientos tan poco edificantes, se quedó dormido. Pero el Señor no lo mató, él quería que siguiera en la obra, y envió su ángel para darle fuerzas y decirle “Levántate y come, porque largo camino te resta” (1º Rey. 19:7). Qué bueno es ver como Elías obedeció y fue al monte Horeb, donde Dios le dijo: “Ve, vuélvete por tu camino” (1º Rey. 19:15). ¡Una buena historia!, apreciado joven, si te sientes derrotado, sin deseos de seguir ayudando en la Escuela Bíblica, o en la evangelización, o en otra actividad, el Señor te dice ¡Levántate, vuélvete por tu camino! Aquel joven de Naín no resistió a la voz del Señor ¿Te resistirás tú?.
JÓVENES QUE HAN CAÍDO EN PECADO:
¡Qué angustia sentimos al saber de un joven que ha caído en pecado! Podemos expresar el lamento de David al saber de la muerte de Jonatán “¡Cómo ha caído el valiente en medio de la batalla! ¡Jonatán muerto en tus alturas! Angustias tengo por ti hermano mío” (2º Sam. 1: 25-26). La Biblia es clara, el que ha caído en pecado, debe ser separado de la comunión de la asamblea, y los demás debemos respetar la disciplina del Señor, y con nosotros y los demás temeremos y evitaremos caer en lo mismo. Pero esto debe producir en el que pecó un sincero arrepentimiento y deseo de volver a la comunión de los santos. En este escrito no queremos profundizar en el tema de la disciplina, pero si llevar un mensaje de aliento al joven que ha pecado y se ha arrepentido sinceramente, soportando la disciplina en la asamblea. En 2ª Cor. 2:6-7, leemos “le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; así que (...) debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza”. Dios quiere que nunca pequemos, pero también quiere que los que han caído se levanten, después de haber mostrado un genuino arrepentimiento.
JÓVENES, ES LA VOZ DEL SEÑOR QUE NOS LEVANTEMOS, NO RESISTAMOS SU VOZ, HAGAMOS COMO MARÍA, LA HERMANA DE LÁZARO. “ELLA, CUANDO LO OYÓ SE LEVANTÓ DEPRISA Y VINO A ÉL” (Juan 11:29)